"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

diciembre 16, 2005

Edificar con temor y temblor

Antes que nada, mis disculpas porque la semana pasada anduve dando exámenes y me fue imposible sentarme a escribir.

En la iglesia a la que asisto, trabajo con un pequeño grupo de adolescentes. Aquí en Buenos Aires (en realidad, en todo el hemisferio sur), está por comenzar el verano, por lo que ellos no van a tener clases hasta marzo, que termina el receso, y por ende, sí van a gozar de muchísimo tiempo libre. Por este motivo, el sábado pasado les compartí lo siguiente:

"Cuando uno afirma: 'Yo sigo a Pablo', y otro: 'Yo sigo a Apolos', ¿no es porque están actuando con criterios humanos?
Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo Dios, quien es el que hace crecer. El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.
Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como maestro constructor, eché los cimientos, y otro construye sobre ellos. Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye, porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo. Si alguien construye sobre este fundamento, ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa, pero si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego".
(1º Corintios 3:4-15)

Por la misma carta, sabemos que en la iglesia de corinto había varios bandos enfrentados entre sí: "Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito. Digo esto, hermanos míos, porque algunos de la familia de Cloé me han informado que hay rivalidades entre ustedes. Me refiero a que unos dicen: 'Yo sigo a Pablo'; otros afirman: 'Yo, a Apolos'; otros: 'Yo, a Cefas'; y otros: 'Yo, a Cristo'. ¡Cómo! ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O es que fueron bautizados en el nombre de Pablo?" (1º Corintios 1:10-13). Por este motivo, Pablo los exhorta a vivir en unidad, a no dejarse llevar por las diferencias que carecen de sentido ante el sacrificio de Cristo. Recordemos que "hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fuimos llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos" (Efesios 4:4-6). Teniendo eso en mente, las rivalidades ya no tienen importancia.

Sin embargo, Pablo retoma este tema en el pasaje citado al principio, pero desde otro ángulo, donde afirma: "no importa quién sentó los cimientos (Pablo), o quién construyó sobre ellos (Apolos), lo que importa son los cimientos mismos (Cristo) y lo que cada uno edifique sobre ellos (crecimiento espiritual)".
Desde el momento en que decidiste seguir a Cristo, Él es el fundamento de tu vida, la roca de la parábola relatada en Mateo 7:24-27. Ahora bien, aquí es donde entra en juego tu responsabilidad: ¿qué edificarás sobre ella?

La clave podemos encontrarla en la carta a los Filipenses, capítulo 2, versículos del 12 al 16:

"Así que, amados míos, tal como siempre obedecieron, no sólo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocúpense de su salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para su buena voluntad.
Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecen como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de vida"
.

El concepto es el mismo: "ocúpense de su salvación con temor y temblor" significa "hagan algo, es su responsabilidad la edificación, no todo termina con la decisión de seguir a Cristo sino que en realidad allí sólo empieza la carrera". Dios es el que se va a encargar de que puedan hacer aquello que se proponen: “Así dice el Señor: Ustedes serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos” (Jeremías 32:38-39).
Luego, Pablo vuelve a recalcar el concepto de unidad ("hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones") y la función de la iglesia como comunidad ("resplandecer como luminares en el mundo", es decir, dejar brillar la luz de Cristo a través de sí misma).
Finalmente, aparece la clave de la que hablaba: "sosteniendo firmemente la palabra de vida". ¿Cuál es la forma para ocuparse de la salvación, para edificar sobre la roca? Conociendo lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¿Cuál es, entonces, la mejor forma de saber qué es eso concretamente? Conociendo a Cristo, la Palabra encarnada. Y, otra vez, ¿cómo se hace eso? Conociendo la Palabra escrita (Biblia), testimonio de la Palabra encarnada (Cristo).

Te digo a ti lo mismo que a los adolescentes de la iglesia donde sirvo: se viene un tiempo de tranquilidad, de mayor tiempo libre (si no vives en el hemisferio sur, igual puedes tomar este consejo), pero no necesariamente de dejadez (flojera). Aprovecha este tiempo para acercarte más a Dios, para conocerlo más. Prepárate para dar más de Dios a quienes te rodean en este nuevo año, en vez de esperar más de parte de ellos. Hazte el hábito de leer la Biblia y de orar, para conocer más al Dios en quien crees. Te sorprenderá, lo prometo.

Señor, gracias por tu Palabra. Ayúdame a vivir este tiempo más cerca de ti, creciendo en el conocimiento de tu gracia. En el nombre de Jesús, amén.