"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

junio 07, 2004

Un poco de levadura

Debemos desterrar la hipocresía de en medio de nosotros. Porque por esta falsedad que los que son del mundo ven en nosotros es que rechazan a Cristo.

Pablo dice, en 1º Corintios 5:6:
"¿No se dan cuenta de que un poco de levadura hace fermentar toda la masa?".

Si entre nosotros hay caretas, máscaras o dobles mensajes, nosotros mismos somos los perjudicados. Dios no tolera el pecado, y por ende no va a bendecirnos si éste habita en medio nuestro.

En Josué capítulos seis y siete narra la siguiente historia: Luego de que Dios les entregase a los judíos la ciudad de Jericó, en la tierra prometida, les ordenó que "no tomasen nada de lo que había en la ciudad, ya que había sido destinado al exterminio, para que ni ellos ni el campamento de Israel se pongan en peligro de extermino y de desgracia" (Josué 6:18). Pero una persona -una sola persona- no cumplió esta orden: "Este hombre provocó la ira del Señor contra los israelitas" (Josué 7:1). Como consecuencia de eso, cuendo el pueblo judío volvió a entrar en batalla -una mucho más sencilla que la de Jericó-, fue arrasado. Entonces, Josué se postra ante el Señor y le pregunta qué ocurrió. Esta fue la respuesta que recibió: "Los israelitas han pecado y violado la alianza que concerté con ellos. Se han apropiado del botín de guerra que debía ser destruido y lo han escondido entre sus posesiones. Por eso, los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos, sino que tendrán que huir de sus adversarios. Ellos mismo se acarrearon su destrucción. Y si no destruyen ese botín que está en medio de ustedes, yo no seguiré a su lado. No podrás resistir a tus enemigos hasta que hayas quitado el oprobio que está en el pueblo" (Josué 7:11-13). Luego de oír esto, Josué buscó hasta encontrar al culpable de que la ira de Dios se volviese contra ellos, que se llamaba Acán. Esto ocurrió cuando fue descubierto: "Josué y todos los israelitas tomaron a Acán y lo llevaron al valle de Acro, junto con lo que había tomado del botín; también llevaron a sus hijos, sus hijas, el ganado, su carpa y todas sus posesiones. Entonces, todos los israelitas apedrearon a Acán y a los suyos, y los quemaron" (Josué 24-25).

Más allá de lo trágico de la historia y del castigo que Acán y su familia recibió, lo importante es el hecho de que Dios se apartó de Israel porque una persona -sólo una persona- no lo obedeció. "¿No se dan cuenta de que un poco de levadura hace fermentar toda la masa?".

Pablo aconseja a corintios: "No se relaciones con personas inmorales. Por supuesto, no me refiero a la gente inmoral de este mundo, ni a los avaros, estafadores o idólatras. En tal caso, tendrían ustedes que salirse de este mundo. Pero quiero aclararles que no deben relacionarse con nadie que, llamándose hermano, sea inmoral o avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni siquiera deben juntarse para comer". (1º Corintios 5:9-11)

No puede haber entre nosotros -no podemos tolerarlo- hipocresía o dobles mensajes. No podemos predicar lo que no vivimos ("el reino de Dios no se trata de palabras, sino de poder" -1º Corintios 4:20-), sobre todo porque le da una mala imagen a Cristo, sencillamente porque no podemos predicar otro Jesús que el que vivimos.

No consintamos que "un poco de levadura haga fermentar toda la masa" en nuestra iglesia.

junio 06, 2004

Se trata de poder

1º Corintios 4:20 dice:
"El reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder".

Muchas veces hablamos de cómo seguir a cristo. Muchas veces queremos dar clases sobre cómo vivir la vida cristiana, y criticamos las faltas de los demás y pensamos cómo nosotros lo haríamos mejor.

La Biblia es clara en lo siguiente: "No se trata de palabras, sino de poder". No se trata de explicar con frases sino con hechos, con el ejemplo.

Se trata de poder, de autoridad, de victoria. Si vivimos en pecado y hablamos de santidad, no vivimos en poder; y el reino de Dios se trata de poder.

Santifiquemos, entonces, nuestra vida en el poder de Dios antes de hablar.

junio 05, 2004

El ladrillo santo

Debemos ser un cascote santo, o al menos, eso es lo que la Biblia dice.

1 Pedro 2:4-5
"A medida que se acercan a Él, la Piedra viva -rechazada por los seres humanos pero escogida por Dios y preciosa para Él-, ustedes también, como piedras vivas, están siendo edificados para convertirse en una casa espiritual".

Debemos ser piedras vivas con las cuales se construya el lugar donde Dios viva por medio de su Espíritu. Efesios 2:18-22 dice:

"Por medio de Cristo tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu.
Consecuentemente, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, con el propio Jesucristo como la piedra angular. En Él todo el edificio es unido y se levanta para convertirse en un templo santo en el Señor. Y en Él ustedes también están siendo edificados conjuntamente para convertirse en un lugar donde Dios viva por medio de su Espíritu".


1 Corintios 3:9 dice:
"Ustedes son el campo de cultivo de Dios, el edificio de Dios".
Quien nos predicó a Cristo crucificado echó lo cimientos, y quien nos discipuló en el camino del Señor comenzó a edificar en nosotros. Sin embargo, es responsabilidad de cada uno, como continúa diciendo el versículo 10, "tener cuidado de cómo sobreedificamos".

Teniendo a Cristo como fundamento, debemos construir nuestra vida en torno al conocimiento del Padre, para poder ser un sacerdocio santo que pueda "ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo", como dice 1 Pedro 2:5.