"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

junio 05, 2004

El ladrillo santo

Debemos ser un cascote santo, o al menos, eso es lo que la Biblia dice.

1 Pedro 2:4-5
"A medida que se acercan a Él, la Piedra viva -rechazada por los seres humanos pero escogida por Dios y preciosa para Él-, ustedes también, como piedras vivas, están siendo edificados para convertirse en una casa espiritual".

Debemos ser piedras vivas con las cuales se construya el lugar donde Dios viva por medio de su Espíritu. Efesios 2:18-22 dice:

"Por medio de Cristo tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu.
Consecuentemente, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, con el propio Jesucristo como la piedra angular. En Él todo el edificio es unido y se levanta para convertirse en un templo santo en el Señor. Y en Él ustedes también están siendo edificados conjuntamente para convertirse en un lugar donde Dios viva por medio de su Espíritu".


1 Corintios 3:9 dice:
"Ustedes son el campo de cultivo de Dios, el edificio de Dios".
Quien nos predicó a Cristo crucificado echó lo cimientos, y quien nos discipuló en el camino del Señor comenzó a edificar en nosotros. Sin embargo, es responsabilidad de cada uno, como continúa diciendo el versículo 10, "tener cuidado de cómo sobreedificamos".

Teniendo a Cristo como fundamento, debemos construir nuestra vida en torno al conocimiento del Padre, para poder ser un sacerdocio santo que pueda "ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo", como dice 1 Pedro 2:5.