"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

junio 17, 2004

Adaptación al entorno

En todas sus cartas, Pablo nos muestra que, si bien el mensaje es el mismo, no debe presentarse de la misma forma.

Por ejemplo, cuando escribe a los Romanos, les habla de la importancia de abrir sus mentes, de no estar tan apegados a la ley, sino al conocimiento de Dios. En su epístola a los Corintios pone el énfasis en que el comportamiento de alguien que tiene a Cristo debe ser distinto del que alguien que no tiene, y por ende los exhorta a tener un cambio, un crecimiento espiritual.

¿Qué significa esto? Que no hay formas correctas de predicar el evangelio. Que no hay "métodos" tontos, ni tampoco demasiado ambiciosos.

El espíritu de Dios guía las palabras de quien predica, por ende no es importante la forma, sino el fondo, el contenido.

1º Corintios 9:19-22 dice:
"Siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos".

Esto cobra relevante importancia hoy, cuando estamos llamados a predicar el evangelio hasta lo último de la tierra. No se puede adaptar las personas al mensaje, sino el mensaje a las personas. Por ende, no es lo mismo hablarle de Dios a un preso, a un político o a un aborigen.

Debemos hacer lo que sea necesario para llegar a todas las personas que podamos. Si se necesita producir grandes eventos para llegar a las clases medias y altas, adelante. Si se precisa hacer pequeños actos humildes para llegar a los marginados, adelante. Si se requiere traducir la Palabra de Dios a cada idioma o lengua que se habla en la tierra (cerca de 6800), entonces adelante.

Seamos a cada persona como cada persona. Sean ricos o pobres, trabajadores o desempleados, niños o adultos, nativos o extranjeros. Amemos a las almas, no al mensaje.

El amor de Dios se encargará de encontrar las formas, nosotros -simplemente- no lo limitemos.

Señor, enseñame a dejarme utilizar por Vos en la forma que Vos quieras, siendo y haciendo lo que Vos quieras para la salvación de muchos. Amén.