"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

enero 06, 2005

Actitud de servicio

Mil años desde la última vez... Tan sólo puedo pedir disculpas por mi ausencia. Motivos académicos, sobre todo (¡me recibí de periodista!). Trataré de escribir más seguido.

Explicaciones atrás, llegamos al tema que se me ocurrió titular "Actitud de servicio". Segunda epístola a los Corintios capítulo seis, versículos seis y siete:

“Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero; con palabras de verdad y con el poder de Dios; con armas de justicia, tanto ofensivas como defensivas”. (2º Corintios 6:6-7)

Vamos por partes:

CON PUREZA
Pureza significa libre de toda mezcla. Pablo nos exhorta a servir a Dios y a los hombres con rectitud, con una actitud desinteresada, donde el fin de la acción es el servicio en sí mismo, y no hay una doble intención o un intento de que este servicio sea un medio para alcanzar otros fines.
El apóstol apunta también a una santificación personal para el servicio: "con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad" (Efesios 4:22-24). “Dios nos escogió en Él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4).

CON CONOCIMIENTO
Otra característica del servicio debe ser el conocimiento de lo que se está haciendo y su fundamento.
“Vivir de manera digna del Señor, agradándole en todo, implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos en todo sentido por su glorioso poder” (Colosenses 1:10-11).
El conocimiento tiene dos utilidades concretas: la capacidad de enseñar, “ustedes rebosan de bondad y abundan en conocimiento, por lo que están capacitados para instruirse unos a otros” (Romanos 15:14); y la de reconocer lo que es más conveniente, “si su amor abunda cada vez más en ciencia y en todo conocimiento, podrán discernir lo que es mejor, a fin de que sean puros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos del fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Filipenses 1:9-11).

CON CONSTANCIA
“Mis queridos hermanos, permanezcan firmes y constantes, progresando siempre en la obra del Señor, concientes de que su trabajo en el Señor no es en vano” (1º Corintios 15:58).
La constancia en el servicio nos ayuda a mantenernos firmes en el camino de la fe: “Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, mantengámonos firmes y no nos sometamos nuevamente al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1).

CON BONDAD
“Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) y comprueben lo que agrada al Señor” (Efesios 5:8-10).

EN EL ESPIRITU SANTO
El Espíritu Santo es quien nos da los dones espirituales (ver ¿Por qué y para qué, los dones espirituales? publicado el 14 de julio). Estos talentos especiales tienen un propósito principal: “Cada uno, según el don que recibió del Espíritu Santo, minístrelo a los demás, como buen administrador de la multiforme gracia de Dios” (1º Pedro 4:10). Esto es, servir a los demás. "Procuren que los dones del Espíritu Santo que tanto ambicionan abunden para edificación de la iglesia" (1º Corintios 14:12).

CON AMOR SINCERO
Pablo dijo en 1º Corintios 16:14: "todas nuestras cosas deben ser hechas con amor", por supuesto, esto especialmente incluye el servicio. Cabe aclarar, sin embargo, que este amor debe ser "sin fingimiento", como dice Romanos 12:9.
¿Cómo se hace para servir con amor sincero? "Si guardan sus mandamientos, permanecerán en su amor" (Juan 14:10), porque "el amor de Dios se perfecciona en los que guardan su palabra" (1º Juan 2:5). Como afirma Jesús en Juan 13:35, "en eso mismo se verá si somos sus discípulos, en que tengamos amor los unos por los otros".

CON PALABRAS DE VERDAD
Las palabras de verdad son el evangelio de la salvación (Efesios 1:11-14). Debemos servir sin olvidarnos que Cristo vino a la Tierra para morir por todos, para luego resucitar y que todos vivan en Él. De esta manera, de nuestra actitud de servicio debe decantarse el amor que Dios tuvo para con nosotros. Servir es una de las mejores formas de predicar, porque lo hacemos con el ejemplo.

CON EL PODER DE DIOS
"El reino de Dios no se trata de palabras, sino de poder" (1º Corintios 4:20). El poder se demuestra en hechos. No consiste solamente el la capacidad de realizar milagros espectaculares, como sanar enfermos o echar fuera demonios, sino en cosas más cercanas a la vida diaria: demostramos poder al tener dominio propio y no permitir que nuestro temperamento nos controle, demostramos poder al poner a los demás primero que nosotros cuando eso es lo contrario a lo que nuestro cuerpo nos indica, también demostramos poder al resistir a la tentación y al servir simplemente por el hecho de ayudar al otro sin esperar recibir nada a cambio.
Como Pablo les recordó a los corintios: "Estuve entre ustedes con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría humana, sino con la demostración del poder del Espíritu, a fin de que su fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios" (1º Corintios 2:3-5).

CON ARMAS DE JUSTICIA
No hay mucho para decir acá que la Biblia no digo directamente:“La noche está muy avanzada, y ya se acerca el día. Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz” (Romanos 13:12).
“Fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hace frente a todas las asechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos con la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas de fuego del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:10-17).

Acá debería agregar una característica más que Pablo dice que el servicio debiera tener:

"Sirvan al Señor con toda humildad" (Hechos 20:19).

CON HUMILDAD
Como dice Filipenses capítulo dos: "No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás" (Filipenses 2:3-4).

Señor, ayudame a no olvidar todas estas cosas. Muchas veces el servicio se vuelve rutinario y olvido para quién lo estoy haciendo. No permitas que olvide esta enseñanza. Gracias.

noviembre 23, 2004

Ser protestante

Estaba bañándome cuando comencé a preguntarme qué implicaba, para mí, ser protestante. Quizás parezca tonto, pero nunca me había detenido a pensar contra qué protestaba, por qué lo hacía y con qué fin.

Sé bien que mi protesta no es apacible, acallada, que sólo espera. Sé también que no es violenta, que no pretende producir un cambio a cualquier costo. Sé que no es reivindicativa, que no busca un reconocimiento. A todos esos tipos de protesta estamos acostumbrados en este país.

Mi protesta se trata de principios, de fidelidades, de éticas, de moralidades, de aquello que es correcto. Mi protesta busca traer luz. Mi protesta se basa en quitar un poco de mal interpretación, de confusión, de engaño, para traer un poco de claridad, un poco de gracia.

Protesto contra la religión como institución, que presenta desigualdades entre este y aquel, entre mí y cualquier otro. No se trata de religión, sino de relación con Dios. La iglesia existe para guiar, para aconsejar, para ayudar. Es un organismo de iguales, no una institución de poder. “El que quiera ser grande entre ustedes, deberá ser su servidor”, dijo Jesús en Marcos 10:43.

Protesto contra la hipocresía de los “perfectos hijos de Dios”. “Todos fallamos mucho” (Santiago 3:2), así que protesto contra la falsedad. Es tiempo de que “reconozcamos nuestras miserias, lloremos y nos lamentemos, de que nos humillemos delante del Señor, para que Él nos exalte” (Santiago 4:9-10). Porque sólo Él nos levanta del barro en el que estamos revueltos. “Recordemos de dónde hemos caído y arrepintámonos” (Apocalipsis 2:5). “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es, ¡las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas!” (2º Corintios 5:17).

Protesto contra el silencio de los que “con injusticia detienen la verdad” (Romanos 1:18), porque Cristo murió por todos. “Creí, y por eso hablé” (2º Corintios 4:13). “Comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace” (Santiago 4:17). Callar es mentir. Callar es tener en poco la muerte de Cristo. Él se sacrificó por todos. Esa verdad no puede callarse.

Protesto contra la repetición de liturgia sin sentido. De nada sirve realizar el mismo rito periódicamente si se pierde el sentido que tenía. “No fijándonos en las cosas que se ven, sino las que no se ven; porque las cosas que se ven son pasajeras, pero las que no se ven son eternas” (2º Corintios 4:18). Dios examina el corazón, es decir, la intención que imprimimos en cada cosa que hacemos, no en qué o cómo lo hacemos. Para Él es más importante el porqué.

Protesto contra el sacrificio físico sin sentido en nombre en Dios. Él nunca nos pidió que hagamos o que dejemos de hacer algo como fin; en todo caso, lo hizo como medio. ¿Qué quiero decir? Simple: con caminar, por ejemplo, setenta kilómetros no logramos nada; de la misma manera que por no comer por cuatro días, tampoco. ¿Por qué? Porque lo importante es si hacemos eso para Dios, o para nosotros. La relación con Dios no es un negocio del tipo “yo hago esto, y vos me das esto”. Primero, porque Él nunca nos pide nada a cambio, sino que nos da todo por gracia (regalo inmerecido), sencillamente, porque no hay nada que podamos devolverle. Segundo, porque las cosas que Él nos da, o las que nos priva de tener, son siempre para nuestro bien: “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman” (Romanos 8:28).

Protesto contra el engaño de quienes tergiversan la Palabra de Dios. Protesto contra la mentira que afirma que por creer en Dios todo nos irá bien, porque no es cierto. La fe en el Padre nos garantiza “una esperanza que no nos decepciona” (Romanos 5:5). Es la seguridad de que todo va a estar bien, pero no basada en que todo vaya realmente bien, sino simplemente en que Dios estará a nuestro lado. “Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo,”, dijo Jesús en Mateo 28:20. La fe es “la convicción de lo que se espera y la certeza de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Esa fe, que proviene de Dios, es la que nos llena de esperanza.

Dios, traé luz sobre nosotros. Enseñanos la verdad que da libertad. Amén.

noviembre 15, 2004

Garantía por la eternidad

Mucho tiempo desde la última vez que estuve por acá...

Solemos ser desconfiados. Muchas veces somos como Tomás, que necesitó ver a Cristo resucitado para creer que era cierto lo que Él había prometido (Juan 20:24-29). Dudamos, siempre dudamos. Los golpes que recibimos a medida que vivimos, las tristezas, las nostalgias, las melancolías nos hermetizan. Sencillamente, no creemos. Necesitamos tener algo tangible que nos garantice la veracidad, la autenticidad de lo que creemos. Quizás, es porque nos fijamos más en lo que se ve, que en lo que no se ve (aunque deberíamos saber que esto último es lo que dura para siempre -2º Corintios 4:18-).
Dios nos conoce. Dios sabe esto. Por eso, es que dice lo siguiente a través del apóstol Pablo:

"Dios nos dio su Espíritu como garantía de sus promesas. Por eso, mantenemos siempre la confianza, aunque sabemos que mientras vivamos en este cuerpo estaremos alejados del Señor. Vivimos por fe, no por vista". (2º Corintios 5:5-7)

El Espíritu Santo es la prenda, la señal con la que Dios selló el pacto de redención con el hombre. Aquellos que creímos en su Palabra tenemos el privilegio de ser llamados hijos de Dios (Juan 1:12). "Bienaventurados los que no vieron, y creyeron", dice Juan 20:29.

"Dios es el que nos mantiene firmes en Cristo. Él nos ungió, nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón como garantía de sus promesas". (2º Corintios 1:21-22)

"Cuando oímos el evangelio, y creímos lo que dice, fuimos marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Éste garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios". (Efesios 1:13-14)

El Espíritu Santo es quien nos asegura que lo que Cristo dijo mientras estuvo en la Tierra es cierto. Al mismo tiempo, el Espíritu Santo (que es Dios mismo) es la prueba de que Dios pagó un alto precio por nosotros: la sangre de Cristo.

Jesús dijo:
"Yo rogaré al Padre, y les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre: el Espíritu de verdad, al que el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni lo conoce; pero ustedes sí lo conocen, porque vive en ustedes, y estará en ustedes. Y el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les dije". (Juan 14:16-17,26)

Señor, gracias por conocerme tanto. Gracias por darme una garantía de lo que prometiste. Gracias porque la garantía que diste sos Vos mismo. Ayudame a no dudar. Manteneme firme en Cristo. Gracias por el Consolador, el Espíritu Santo. Gracias porque es cierto que me acompaña todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.