"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

enero 24, 2005

Un mandato complicado

Esto va a ser corto, pero me pareció que valía la pena compartirlo.

Ayer en la iglesia, un amigo tuvo la oportunidad de ministrar (servir) la Santa Cena. Para la ocasión, eligió un de mis pasajes favoritos: Josué 1:9.

"Mira que te mando que te esfuerces y seas muy valiente, no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas".

Me encanta este versículo. Me lo mostró por primera vez mi mamá hace unos años y desde entonces lo sé de memoria. Sin embargo, ayer noté algo que nunca antes había notado: el versículo no es un consejo, ni siquiera una petición, sino que es una orden.

Entiendo que Dios nos mande esforzarnos y ser valientes, porque es verdad que necesitaremos ambas cosas para cumplir con la Gran Comisión (Mateo 28:19-20), pero, ¿cómo puede ser que nos ordene no temer? Según el diccionario, el miedo es "una inquietud o angustia causada por la idea de un peligro". La angustia no es algo controlable. Entonces, ¿por qué lo hace? ¿Cómo es que nos mande no desanimarnos? Él conoce más que nadie nuestras miserias y nuestros fracasos. Sabe que es natural que perdamos el empuje, la esperanza. Entonces, ¿por qué lo hace?

Demos vuelta el versículo: "Porque Yo soy tu Dios y Señor y porque te prometo que voy a acompañarte siempre, te ordeno que te esfuerces y seas valiente, que no tengas miedo y que no te desanimes por nada".

Ahí empieza a tener más sentido. Él entiende que tengamos dudas, que seamos inseguros, que nos sintamos desalentados, abatidos o frustrados. Es por esto que, conjuntamente con la orden, nos da la forma de llevarla a cabo: "tené la certeza y la convicción (fe) de que -si me dejás ser tu Dios y Señor- voy a estar siempre a tu lado, y es por eso mismo que no vas a tener miedo, sino que vas a ser valiente, y es por eso mismo que no vas a desanimarte sino que vas a volver a intentarlo siempre".

"Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31)

Señor, gracias por traer luz a tu palabra. Entiendo que si nos mandás algo es porque nos vas a ayudar a hacerlo. Gracias por ser tan inexplicable a veces. Amén.