"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

febrero 03, 2005

El temor de Dios

Estoy dándole vueltas a esto en mi cabeza hace un poco más de dos semanas (desde mis vacaciones en Córdoba). Voy a tratar de ser lo más claro posible.

2º Corintios 7:1 dice:
“Purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación”.

Ahora en castellano: Para "ser santos, como aquel que nos llamó es santo" (1º Pedro 1:15), debemos purificar nuestro cuerpo y espíritu a través del temor de Dios.

No quedó mucho más claro, ¿no? Yo pienso lo mismo. Ahí es donde me encuentro con el problema, ¿qué significa concretamente tener temor de Dios? Veamos:

"No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero". (Romanos 7:15,18-19)

¿Qué tiene esto que ver con el temor de Dios? Hace unos días me di cuenta de que tiene muchísima relación:

“Así dice el Señor: Ustedes serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos”. (Jeremías 32:38-39)

Entonces, si hay coherencia entre lo que queremos hacer y lo que verdaderamente hacemos (cuando amamos al Señor), vivimos en el temor de Dios.

"Con respecto a la vida que antes llevábamos, la Biblia nos enseña que debemos quitarnos el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de nuestra mente; y ponernos el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad". (Efesios 4:22-24)

¿Cuáles son las consecuencias de temer a Dios? Evitar el mal (Proverbios 16:6), no pecar (Éxodo 20:20), prolongar una vida placentera (Proverbios 10:27 y Salmos 25:12), dormir tranquilo (Proverbios 19:23), tener un refugio para los hijos (Proverbios 14:26). El principio de la sabiduría es el temor de Dios (Salmos 111:10).

El consejo final del rey Salomón en Eclesiastés 12:13, luego de haber vivido una vida de excesos, es: “Teme a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre”.

Volvamos a ver los versículos de Jeremías 32:
“Así dice el Señor: Ustedes serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos. Haré con ellos un pacto eterno: Nunca dejaré de estar con ellos para mostrarles mi favor; pondré mi temor en sus corazones, y así no se apartarán de mí. Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra” . (Jeremías 32:38-41)

¡Qué linda promesa! Encontré una más, para ir cerrando:

“El Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor; Él los libra de la muerte, y en épocas de hambre los mantiene con vida”. (Salmos 33:18)

Gracias, Señor, por prometerme que vas a hacer que haya coherencia entre mi pensamiento y mi conducta, con todo lo que eso implica. Quiero vivir temiéndote. Amén.