"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

febrero 23, 2005

Dios está cerca

Dios está continuamente buscándonos. A cada momento nos mira, pensando qué puede hacer para hacernos bien (bendecirnos). Su mirada amorosa nos sigue constantemente. El problema es que muy pocas veces le prestamos atención. Si sólo lo hiciéramos más seguido...

Muchas veces me preguntan acerca del último libro de la Biblia, el Apocalipsis (o Revelación). Ciertamente, se encuentran cosas más que interesantes en él. Sin embargo, hay una que se destaca por sobre todas las demás. A mí encanta:

"Dice el Señor: Yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y el conmigo". (Apocalipsis 3:20)



La imagen es La creación de Adán, pintada por Miguel Ángel en 1550 en la Capilla Sixtina, en Roma, Italia. En ella, el artista quiso plasmar el acto divino de creación del primer hombre.
Yo no soy crítico de arte, ni mucho menos. Humildemente, puedo decir que aquello que siempre llamó mi atención en ella, es lo siguiente: Dios se estira hacia Adán, esforzándose por alcanzarlo, por tocarlo, para darle vida. Adán, en cambio, simplemente espera, recostado, y levanta su brazo descuidadamente, sin siquiera molestarse en estirar sus dedos.

Muchas veces eso nos pasa en nuestra vida. Dios hace lo imposible para llegar a nosotros: el Cielo se abre y el milagro ocurre, la mano del creador tendida hacia nosotros expectante, solicitante. Sólo nos resta tomarla, extendernos un poco hacia el Padre y envolvernos en Su abrazo. Sin embargo, cuántas veces no lo hacemos...

Santiago 4:8 dice:
"Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes".

En los momentos más oscuros de mi vida, tiempos en los que no encontraba salida, en los que me percibía hundido en la desesperación, en los que me sentía solo y abandonado, Dios siempre estuvo parado frente a mí, tendiéndome Su mano de amor. Lamentablemente, muchas veces dudé y tardé en tomarla por orgullo y falta de fe. ¡Qué tonto!

El Señor sólo espera que lo busquemos de corazón, sinceramente. "Busquen primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas las demás cosas les serán añadidas" (Mateo 7:33). "Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10:10), esto es porque "si confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor, y creemos en nuestro corazón que Dios lo levantó de los muertos, seremos salvos" (Romanos 10:9).

Simplificando un poco: "Con el corazón se cree para justicia". Dios nos pide que "busquemos el reino de Dios y su justicia". ¿Cómo hacemos, entonces, para buscar a Dios? Pues con el corazón.

Sabemos que "todos fallamos mucho" (Santiago 3:2), es decir, que pecamos mucho (pecar significa "errarle al blanco", es decir, hacer algo diferente a aquello que Dios quiere para nosotros), por que lo que "estamos separados de Dios" (Romanos 3:23), precisamente porque "la paga del pecado es la muerte" (Romanos 6:23) espiritual.

La buena nueva es que "Dios amó tanto al mundo, que dio a Su único Hijo, para que entonces, todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que viva para siempre. Porque Dios no envió a Su Hijo para condenar al mundo, sino para que por medio de Él, el mundo sea salvo" (Juan 3:16-17). Es por esto que a "todos los que lo recibieron y creen en Su nombre, el Señor les dio el privilegio de ser hechos hijos de Dios" como dice Juan 1:12.

Es que "Dios muestra Su amor para con nosotros, en que aún siendo pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8).

Sabiendo todo esto, no nos queda más que rendirnos a Aquel que nos amó. Buscarlo de corazón, estar atentos a Su Palabra. "Fuimos comprados por un alto precio -esto es, la sangre de Cristo-, por esto es que debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, puesto que son de Dios" (1º Corintios 6:20).

Jesús dijo: "Yo soy la puerta; el que por Mí entre, será salvo, porque Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:9-10).

Dios sólo nos pide que creamos en Él, que lo "dejemos entrar" (Apocalipsis 3:20) en nuestra vida, que lo dejemos ser nuestro Señor y Salvador. Él hace el milagro, Él nos salva. "Por gracia somos salvos por medio de la fe; y esto no procede de nosotros, sino que es regalo de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9).

No seamos como el Adán de Miguel Ángel. Nuestra comodidad sólo nos destruye. Busquemos a Dios de corazón. Él, aparte de regalarnos la vida eterna, nos llenará de bendiciones.

Dios mío, gracias por tu hermosa Palabra. Te pido perdón por tardarme tanto en buscarte. Sé que sos el único camino, la única verdad y la única vida. Gracias por mostrarte a mí, por tenderme Tu mano. Sé que nunca me soltarás. Amén.