"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

marzo 02, 2005

No estamos solos

Bendiciones.

Quizás esto se haga un poco largo, pero considero que en este caso vale la pena. El siguiente es -a mi entender- uno de los pasajes más poderosos de la Biblia. Mi idea es, de alguna manera, tratar de alcanzar la significancia total de las palabras del apóstol.

“Humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo. Depositen en Él toda su ansiedad, porque Él cuida de ustedes.
Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quien devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos.
Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará firmes y estables. A Él sea el poder por los siglos de los siglos. Amén”.
(1º Pedro 5:6-11)

Empecemos:
"Humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo".

Sé que “Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes” (Proverbios 3:34). Sin embargo, este es el punto que a mí más me cuesta: aprender a morir a mí mismo para dejar que Él viva en mí, de tal manera que cada vez sea menos yo y, por ende, más Él. No debo olvidar que “Dios consuela a los humildes” (2º Corintios 7:6) y que "ellos recibirán la tierra como herencia” (Mateo 5:5).

"Depositen en Él toda su ansiedad, porque Él cuida de ustedes".

¡Cuántas veces me ahogo en un vaso de agua! Diariamente siento que mis problemas me sobrepasan, que mis angustias me abaten. Muy frecuentemente la nostalgia me tira para abajo y la melancolía me detiene. Mis fracasos y mis omisiones se me hacen una carga insoportable. Seguramente, es porque no termino de entender que no debo contarle a Dios cuán grandes son las circunstancias que me rodean, sino mostrarle a estas circunstancias cuán grande es mi Dios.
Jesús dijo: “No se preocupen por su vida (qué comerán o qué beberán), ni por su cuerpo (cómo se vestirán); ni se angustien por el mañana; porque quienes no conocen a Cristo andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6:25-34).
El otro día hablaba con un amigo (te quiero, Ale) sobre este versículo, y me dijo algo que me pareció brillante: "si buscando a Dios, las demás cosas vienen con Él, lo peor que podemos hacer es buscar esas cosas primero, porque de ninguna manera Dios vendrá con ellas".

"Practiquen el dominio propio".

“Dios no nos dio un espíritu de cobardía, sino uno de poder, de amor y de dominio propio” (2º Timoteo 1:7), por esto, "dispongámonos a actuar con inteligencia; tengamos domino propio; pongamos nuestra esperanza completamente en la gracia que se nos dará cuando Jesucristo vuelva” (1º Pedro 1:13).

"Manténganse alerta".

El apóstol Pablo lo explicó bien: "Entendamos el tiempo en que vivimos. Ya es hora de que despertemos de nuestro letargo, pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos. La noche está por terminar; el día casi está aquí. Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz. Comportémonos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad sexual ni libertinaje, ni en disensiones y envidias. Más bien, revistámonos del Señor Jesucristo, y no pensemos en cómo satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa" (Romanos 13:11-14).

"Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quien devorar".

Estas palabras de Pedro son las mismas que Dios le dijo a Caín antes de que él -por envidia- matara a su hermano Abel: “Si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte" (Génesis 4:7). Sin embargo, el versículo continúa, diciendo: "no obstante, tú puedes dominarlo”. Si depositamos nuestra confianza en Cristo, Él, quien venció al pecado y la muerte, nos dará las armas necesarias para hacer lo mismo.

"Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos".

Me encanta esta parte. Sé que si me “someto a Dios, y resisto al diablo, él huirá de mí” (Santiago 4:7). También sé que la manera de estar firme es “permanecer alerta y orar, para no caer en tentación”, como dice Mateo 26:41.
Sin embargo, el fragmento que más me gusta es el que me obliga a tomar conciencia de que no estoy solo en lo que me pasa, de que Dios no se ensañó conmigo, sino que es normal que me sucedan las cosas que me suceden, porque -como dijo Jesús- "en el mundo pasaremos aflicción, sólo debemos confiar, porque Él ha vencido al mundo" (Juan 16:33). Lo mejor, es que “no tenemos un sumo sacerdote (Cristo) incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, pero sin pecado” (Hebreos 4:15), por lo que, “por haber sufrido Él la tentación, es poderoso para socorrernos cuando somos tentados” (Hebreos 2:18).

"Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará firmes y estables”.

Sabemos que pasaremos momentos difíciles, lo importante es tener tan claro lo siguiente, como el apóstol Pablo lo tenía: “nos regocijamos en nuestro sufrimiento, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos decepciona, porque el amor de Dios fue derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:3-5). O quizás, tanto como Pedro: “por su gran misericordia, Dios nos hizo nacer de nuevo a través de la resurrección de su hijo Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Esta herencia está reservada en el Cielo para nosotros, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe. Esto es para nosotros motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora hemos tenido que pasar por diversas pruebas por un poco de tiempo. De esta manera, nuestra fe, a través de las pruebas (como el oro a través del fuego), demostrará ser digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo vuelva” (1º Pedro 1:3-7).

Todo este pasaje me alienta y me exhorta a confiar más en Dios. Me tranquiliza saber que Él cuida de mí, y que por eso no tengo que preocuparme por nada más que buscarlo de corazón. Esta verdad me anima a permanecer bajo su autoridad en mi vida. Me llena de gozo saber que Cristo me comprende en mis dificultades, porque Él mismo las sintió, y no sólo eso, sino que tuvo el poder de vencerlas a todas. Entiendo que mantenerme sujeto a Él, haciendo aquello para lo que me creó, es la única forma de alejarme del mal. Sé que pese a que tenga que atravesar por las circunstancias más duras, Él me promete restaurarme, hacerme firme y estable.

Señor, gracias por tu hermosa Palabra. Gracias porque es tan oportuna. Gracias porque no estamos solos. "A Vos sea el poder por los siglos de los siglos. Amén".