"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

marzo 29, 2005

Lo que marca la diferencia

¡Gloria a Dios porque Jesucristo vive! ¡Bendito sea Su nombre porque la muerte no lo retuvo!

Tengo la intención de analizar los siguientes textos, espero no quedarme en el camino:

"En Betania, mientras Jesús estaba sentado a la mesa en la casa de Simón llamado el Leproso, llegó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy costoso, hecho de nardo puro. Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
Algunos de los presentes comentaban indignados: -¿Para qué este desperdicio de perfume? Podría haberse vendido por muchísimo dinero para darlo a los pobres. Y la reprendían con severidad.
-Déjenla en paz -dijo Jesús-. ¿Por qué la molestan? Ella ha hecho una obra hermosa conmigo. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, y podrán ayudarlos cuando quieran; pero a mí no me van a tener siempre. Ella hizo lo que pudo. Ungió mi cuerpo de antemano, preparándolo para la sepultura. Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo"
. (Marcos 14:3-9)

"Jesús se sentó frente al lugar donde se depositaban las ofrendas, y estuvo observando cómo la gente echaba sus monedas en las alcancías del templo. Muchos ricos echaban grandes cantidades. Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor. Entonces, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: 'Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. Estos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento'". (Marcos 12:41-44)

No puedo más que agradecer a estas mujeres por el ejemplo que representan. Las encuentro iguales en un punto: la entrega.

Examinemos a la primera:
Tenemos a Jesús comiendo en una casa cuando una mujer entra y lo unge con perfume. Después, la respuesta apresurada de los discípulos, que ni siquiera esperan a ver qué dice su maestro (debo aclarar que me parece natural, lógica, humana). Finalmente, el milagro.

¿Cuál es el milagro? La capacidad de Jesús de descubrir la esencia del acto y no quedarse con el hecho en sí. ¿Qué quiero decir (hoy las palabras sencillamente no me salen como me gustaría, perdón)? Los hombres vieron lo que tenían frente a sí, y sacaron sus conclusiones: "es una locura desperdiciar tanto perfume derramándolo como si sólo fuese agua, seguramente se le puede dar un mejor uso a ese dinero" (la parte de los pobres es sólo una excusa). ¿Qué vio Jesús? Que la mujer daba lo mejor de sí para honrar al Señor. Él dice: "Ella hizo lo que pudo". Esta expresión pondera la intención y no la acción en sí. Ahí está el milagro: Jesús examina nuestros corazones (nuestras intenciones) y no nuestros hechos, porque muchas veces fallamos.

Hay una expresión que me recuerda a otro pasaje: "rompió el frasco y derramó el perfume". El versículo es 2º Corintios 4:7: "Tenemos este tesoro (Cristo) en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros". Quizás esto suene tirado de los pelos (y tal vez lo sea) pero me parece una reflexión interesante. Si nosotros somos el frasco de alabastro (o la vasija de barro) que contiene el perfume (o tesoro), debemos "rompernos" para derramarlo (a Cristo). Creo que esto es lo que la mujer hizo, se derramó a sí misma por el Señor, y por eso Él la honró hasta nuestros días.

Examinemos a la segunda:
El pasaje claramente afirma que Jesús se estaba fijando, no en cuánto cada persona estaba ofrendando, sino en con qué actitud lo hacía ("observando cómo la gente..."). Y se encuentra con dos cosas: personas ricas que dan mucho de lo mucho que tienen (absolutamente mucho, pero relativamente poco) y una viuda que da poco de lo poco que tiene (absolutamente poco, pero relativamente mucho). ¿Por qué hace esta diferencia? Porque no le importaba en términos absolutos cuánto daba cada uno, sino en relativos, es decir, de acuerdo a las posibilidades de cada persona.

Seguramente, la mujer estaba orgullosa de dar lo "poco" que dio, porque era todo, y lo daba gustosamente. Quizás a la vista humana no era nada, pero a la de Dios significaba tanto... por eso también fue honrada.

Creo que ambas mujeres son comparables entre sí por su actitud, la de comprometerse, la de darse por completo.

Realmente me alegro y doy gracias a Dios por las reacciones que Jesús tuvo y porque hayan quedado registradas en la Biblia. Si Jesús les hubiera dado la razón a los discípulos que criticaban a la mujer del perfume o hubiera tenido en poco la actitud de la viuda que dio todo de sí, cuando en verdad era nada, habría abierto la puerta a la especulación. Entonces el hombre podría decir: "sé que tengo que darle a Dios lo mejor, pero no tengo que excederme, debo cuidarme a mí primero, debo pensar primero en mí". En Su sabiduría, no lo hizo, bendito sea Su nombre.

Las mujeres habían hecho suyas las palabras que el apóstol Pablo diría entre veinte y treinta años después: "Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gálatas 2:20). Habían entendido que comprometerse con Dios significa dejar de especular, confiar en Él, entregarse por completo, sin reparos. Significa, como dijo el domingo pasado el pastor Salvador Dellutri en mi iglesia, "responder al obstinado sacrificio de Cristo, con un más obstinado compromiso propio".

Espero que todos nosotros podamos tener este concepto tan en claro como ellas lo tuvieron.

Señor, quiero agradecerte porque en Tu sabiduría estos textos fueron incluidos en la Biblia. Gracias porque me hablan hoy. Instrúyeme en Tu conocimiento. Te necesito. Amén.