En el mundo, hay dos tipos de personas que no conocen a Cristo: Aquellos que necesitan ver y aquellos que precisan entender. El apóstol Pablo lo explicó así en la primera epístola a los Corintios, capítulo 1 versículo 22:
"Los judíos piden señales, y los gentiles buscan sabiduría".
Nosotros tenemos un problema con esto, y es que muchas veces queremos demostrar o explicar a Dios y su gracia, cuando lo único que nos debemos hacer es, como continúa diciendo Pablo en el versículo siguiente, "predicar a Cristo crucificado".
Es por esto que "el mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden" (1º Corintios 1:18a), porque no lo pueden tocar, ver o inteligir.
Romanos 11:32 dice: "Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos". Esto mismo es lo que es una locura. No puede concebirse la idea en la mente humana de que Dios ama y perdona por igual a todos, ya sean asesinos, violadores o simplemente mentirosos. Galatas 2:6 dice: "lo que hayan sido en otro tiempo nada importa, Dios no hace acepción de personas". Es una locura para quien no cree.
Para los que creemos, el mensaje de la cruz es, en cambio, "poder de Dios", como concluye el versículo 18 de 1º Corintios. Espero que a través de nuestras vidas podamos agregarle lo que dice Romanos 1:16: "para salvación de todo aquel que cree".
No importa si nos piden ver. No importa si necesitan entender. "Nosotros predicamos a Cristo crucificado".
junio 03, 2004
junio 02, 2004
Sabios en lo bueno, ingenuos en lo malo
Antes de despedirse, en el capítulo final de la epístola a los Romanos, Pablo le pide a los miembros de esa iglesia una última cosa:
"Quiero que sean sabios en lo bueno, e ingenuos en lo malo". (Romanos 16:19b)
En la primera carta a los Corintios, lo expresa de la siguiente manera:
"Hermanos, basta de pensar como niños. Sean niños en la malicia, pero adultos en el modo de pensar". (1º Corintios 14:20)
Es por esto que debemos instruirnos en el conocimiento de la Palabra, así como también en el descubrimiento de la voluntad de Dios y en la comunión con Él.
Pablo dice que debemos ser sabios en lo bueno. El rey Salomón, hijo de David, habla mucho sobre la sabiduría en sus Proverbios. Aquí hay algunos de ellos:
"La sabiduría comienza por honrar al Señor; conocer al Santísimo es tener inteligencia". (Proverbios 9:10)
"Presta oído a la sabiduría; entrega tu mente a la inteligencia". (Proverbios 2:2)
"Atiendan a la instrucción, no rechacen a la sabiduría". (Proverbios 8:33)
"Aplica tu mente y tus oídos a la instrucción y a los conocimientos". (Proverbios 23:12)
Para alcanzar la sabiduría, es importante la humildad: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Proverbios 3:34), porque "la sabiduría está con los humildes" (Proverbios 11:2b).
El versículo que más me gusta de los citados es el que afirma que la sabiduría comienza por honrar al Señor.
Debemos ser sabios en lo bueno e ingenuos en lo malo. Muchas veces es al revés. Cuando Pablo hace una lista de las características de aquellos que rechazan a Dios, en Romanos capítulo uno, en un momento dice: inventores de males. La primera impresión de esto es algo terrible. Nos preguntamos cuán mala tiene que ser una persona para que se diga eso de ella. Nos equivocamos. Para ello, simplemente tiene que ser humana.
Pablo dice en Romanos 14:14 que él está plenamente convencido en el Señor Jesús de que no hay nada impuro en sí mismo. Es cierto. Es nuestra humanidad -los deseos de la carne- los que pervierten esas cosas esencialmente buenas en malas. Nada que Dios creó es malo, pero cuando el hombre tergiversa su utilización, comienza a serlo.
Por ejemplo, la creación de Internet no fue mala en sí, al menos hasta que a alguien -un inventor de males- se le ocurrió utilizarla para difundir pornografía e imágenes de violencia. A su vez, el chat no era malo hasta que alguien -otro inventor de males- lo comenzó a utilizar para practicar cyber sexo (y con esto tergiversaba el uso del canal y del sexo).
Es decir, al hombre le es extremadamente sencillo ser sabio para el mal, precisamente porque luego de haber pecado por primera vez, tiende a seguir haciéndolo.
Dios nos pide, entonces, que seamos sabios en lo bueno e ingenuos en lo malo. Esto es estar firmes en el conocimiento de Dios y en la voluntad de rechazar lo malo.
Santiago lo resume así:
"Sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes". (Santiago 4:7)
"Quiero que sean sabios en lo bueno, e ingenuos en lo malo". (Romanos 16:19b)
En la primera carta a los Corintios, lo expresa de la siguiente manera:
"Hermanos, basta de pensar como niños. Sean niños en la malicia, pero adultos en el modo de pensar". (1º Corintios 14:20)
Es por esto que debemos instruirnos en el conocimiento de la Palabra, así como también en el descubrimiento de la voluntad de Dios y en la comunión con Él.
Pablo dice que debemos ser sabios en lo bueno. El rey Salomón, hijo de David, habla mucho sobre la sabiduría en sus Proverbios. Aquí hay algunos de ellos:
"La sabiduría comienza por honrar al Señor; conocer al Santísimo es tener inteligencia". (Proverbios 9:10)
"Presta oído a la sabiduría; entrega tu mente a la inteligencia". (Proverbios 2:2)
"Atiendan a la instrucción, no rechacen a la sabiduría". (Proverbios 8:33)
"Aplica tu mente y tus oídos a la instrucción y a los conocimientos". (Proverbios 23:12)
Para alcanzar la sabiduría, es importante la humildad: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Proverbios 3:34), porque "la sabiduría está con los humildes" (Proverbios 11:2b).
El versículo que más me gusta de los citados es el que afirma que la sabiduría comienza por honrar al Señor.
Debemos ser sabios en lo bueno e ingenuos en lo malo. Muchas veces es al revés. Cuando Pablo hace una lista de las características de aquellos que rechazan a Dios, en Romanos capítulo uno, en un momento dice: inventores de males. La primera impresión de esto es algo terrible. Nos preguntamos cuán mala tiene que ser una persona para que se diga eso de ella. Nos equivocamos. Para ello, simplemente tiene que ser humana.
Pablo dice en Romanos 14:14 que él está plenamente convencido en el Señor Jesús de que no hay nada impuro en sí mismo. Es cierto. Es nuestra humanidad -los deseos de la carne- los que pervierten esas cosas esencialmente buenas en malas. Nada que Dios creó es malo, pero cuando el hombre tergiversa su utilización, comienza a serlo.
Por ejemplo, la creación de Internet no fue mala en sí, al menos hasta que a alguien -un inventor de males- se le ocurrió utilizarla para difundir pornografía e imágenes de violencia. A su vez, el chat no era malo hasta que alguien -otro inventor de males- lo comenzó a utilizar para practicar cyber sexo (y con esto tergiversaba el uso del canal y del sexo).
Es decir, al hombre le es extremadamente sencillo ser sabio para el mal, precisamente porque luego de haber pecado por primera vez, tiende a seguir haciéndolo.
Dios nos pide, entonces, que seamos sabios en lo bueno e ingenuos en lo malo. Esto es estar firmes en el conocimiento de Dios y en la voluntad de rechazar lo malo.
Santiago lo resume así:
"Sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes". (Santiago 4:7)
junio 01, 2004
Rebosantes de esperanza
Mientras vamos creciendo en el camino de la gracia, Dios nos va dotando de más "esperanza en la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los tiempos", como dice Tito 1:2.
Romanos 15:13 dice:
"A medida que crean en Él, que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo".
Esto es, porque "el Espíritu Santo derramó abundantemente en nosotros a través de Jesucristo nuestro Salvador, para que habiendo sido justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna". (Tito 3:6-7)
Pablo afirma también en 1º Tesalonicenses 5:8, que "debemos estar protegidos por el casco de la esperanza de salvación".
La manera de crecer en esta esperanza es acercándonos más a Dios. Por lo que debemos "mantenernos firmes en la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa (de la vida eterna)", como dice Hebreos 10:23.
Dios "nos hizo renacer para una esperanza viva y para que recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable", dice 1º Pedro 1:3-4. Vivamos, entonces, para esa esperanza que el Espíritu Santo nos da. Principalmente, porque esa esperanza nos llenará de alegría y de paz.
Romanos 15:13 dice:
"A medida que crean en Él, que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo".
Esto es, porque "el Espíritu Santo derramó abundantemente en nosotros a través de Jesucristo nuestro Salvador, para que habiendo sido justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna". (Tito 3:6-7)
Pablo afirma también en 1º Tesalonicenses 5:8, que "debemos estar protegidos por el casco de la esperanza de salvación".
La manera de crecer en esta esperanza es acercándonos más a Dios. Por lo que debemos "mantenernos firmes en la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa (de la vida eterna)", como dice Hebreos 10:23.
Dios "nos hizo renacer para una esperanza viva y para que recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable", dice 1º Pedro 1:3-4. Vivamos, entonces, para esa esperanza que el Espíritu Santo nos da. Principalmente, porque esa esperanza nos llenará de alegría y de paz.
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