"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

abril 05, 2005

El poder de la oración

Hace unos días, una amiga me envió por mail una imagen que me impactó mucho. En el momento en que la vi, muchas ideas cruzaron mi mente. Ideas que hoy intentaré explayar. Debo confesar que les di muchas vueltas en mi cabeza antes de decidirme a transcribirlas, pero confío en que es la voluntad de Dios que lo haga.

Esta es la imagen:


Es extraño, porque el nombre de la obra es "Word", es decir, "Palabra", cuando a mí lo que me hace pensar es "Oración". La oración (las manos unidas), a través del Espíritu Santo (la paloma) desencadena el poder de Dios (el relámpago) para salvación (el evangelio).

Felicito verdaderamente al autor de esta imagen (no sé quién es) porque creo que verdaderamente captó la esencia del mensaje.

La cuestión es que esto me hizo ponerme a pensar acerca del significado de la oración. Al respecto, el versículo más común que viene a nuestra mente es Santiago 5:16: "La oración eficaz del justo puede mucho". Sin embargo, me parece que este texto no es demasiado claro: ¿qué quiere decir eficaz? ¿qué significa "mucho", hasta dónde llega "mucho"?

Entonces, recordé uno de los dichos cristianos más populares: "La oración es lo que mueve la mano de Dios". Cuando me puse a pensar en la implicación de esta reconocida expresión, me di cuenta de cuán errada era. Me parece una estupidez (pido perdón por la expresión) limitar el poder de Dios al cumplimiento de nuestros deseos. Creer esa afirmación implica aceptar que Dios no tiene voluntad propia, por lo que sus manos (como si fuera una marioneta) se mueven a nuestro antojo.

Por otro lado, sé que hay quienes creen que es necesario pedirle a Dios lo que queremos, para que Él nos lo otorgue, como si Él tuviera un stock de bendiciones reservadas para nosotros pero aguardara a que se las pidiéramos para dárnoslas. Me parece que creer eso es pensar que tenemos un Dios egoísta, caprichoso. Los que creen esto se basan en que la mayoría de las veces en que Jesús hizo un milagro, preguntó antes de hacerlo al destinatario de la acción si verdaderamente quería ser bendecido (por ejemplo, en Juan capítulo 5 se relata cómo el Señor sana a un paralítico, y antes de hacerlo pregunta: "¿quieres ser sano?"). Sin embargo, muchas otras veces, Dios hace cosas por nosotros sin que se las pidamos (por ejemplo, en Hechos capítulo 9 se cuenta cómo fue la conversión de Saulo/Pablo, en donde Jesús se le aparece y le enseña la verdad que lo haría libre, sin que él se lo pidiera).

En cuestión, creo que "la mano de Dios" se mueve por su propia voluntad, y no por nuestros deseos.

Luego, me posicioné en el otro extremo del espectro, y pensé que la oración era sólo la confirmación de la voluntad de Dios en nuestras vidas. 1º Juan 5:14-15 dice: "Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido". Por supuesto, no voy a decir que esto es falso, porque sería desvalorizar la Palabra de Dios (esté lejos de mí hacer eso). Sí voy a decir, en cambio, que me parece que la oración no es sólo eso. Lo siguiente es más que claro: si estamos cerca de Dios, teniendo una relación de intimidad con Él (que se evidencia a través de los frutos del Espíritu -Gálatas 5:22-23), tendremos un mismo sentir que Él, por lo que seguramente querremos para nosotros lo mismo que Él quiere. La conclusión obvia, entonces, es que nos dará aquello que queremos, porque es lo mismo que Él quiere. ¿Me siguen?
Ahora, no puedo creer que la oración sea solamente eso, porque entonces no sería más que la reafirmación de otra voluntad, y ¿qué poder hay en eso? ¿no es que "la oración eficaz del justo puede mucho"?







La siguiente es la conclusión a la que llegué luego de pelearme conmigo mismo por varios días. Creo sinceramente que esto es así, pero sé que muchos pensarán distinto. Para mí, el poder de la oración se basa en que Dios puede llegar a decidir cambiar su voluntad como respuesta a esta.

El primer problema que esta afirmación posee, es lo que el apóstol Pablo estableció en Romanos 12:2: que la voluntad de Dios es "agradable y perfecta". Se presupone que un conflicto no puede tener dos resoluciones distintas y perfectas a la vez. El diccionario define la perfección como "el mayor grado posible de todas las cualidades en esa línea". Si es el mayor, por lógica no puede haber otro más mayor, u otro igualmente mayor. Entonces, te preguntarás ¿cómo puedo afirmar que puede cambiarse la voluntad de Dios? Sencillamente, porque creo que Él se maneja con una lógica diferente a la nuestra, una en la que cualquier cosa que haga es perfecta, porque Él mismo es perfecto. Quizás te suene simplista que lo que explique de esta manera. Te daré algunos ejemplos:

Isaías 38:1-6:
"En aquellos días Ezequías enfermó gravemente y estuvo a punto de morir. El profeta Isaías hijo de Amoz fue a verlo y le dijo: 'Así dice el Señor: Ordena tu casa, porque vas a morir; no te recuperarás'. Entonces, Ezequías volvió su rostro hacia la pared y le rogó al Señor: 'Recuerda, Señor, que yo me he conducido delante de Ti con lealtad y con un corazón íntegro, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos'. Y Ezequías lloró amargamente. Entonces la palabra del Señor vino a Isaías: 'Ve y dile a Ezequías que así dice el Señor, Dios de su antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas; voy a darte quince años más de vida. Y te libraré a ti y a esta ciudad de caer en manos del rey de Asiria. Yo defenderé esta ciudad".

La voluntad de Dios era que Ezequías muriese. Sin embargo, por su petición, le otorga quince años más de vida. ¿Cuál de las dos voluntades de Dios fue la perfecta? No puede afirmarse que solamente la primera, porque la voluntad de Dios siempre se cumple; pero tampoco sólo la segunda, porque sería aceptar que Dios se había equivocado y necesitaba de la ayuda de Ezequías. ¿Entonces? La única conclusión posible es que Dios tiene el poder de hacer que ambas sean perfectas. (Al margen, Dios le da a Ezequías más de lo que había pedido al prometerle que protegería la ciudad: Dios en su misericordia siempre hace eso con nosotros).

Jonás 1:1-2 y 3:3-10:
"La palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay:, diciendo: 'Levántate y ve a la gran ciudad Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia' (...) Y se levantó Jonás y fue a Nínive conforme al mandato del Señor. Ahora bien, Nínive era una ciudad grande y de mucha importancia. Jonás se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo en un día, mientras proclamaba: '¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!'. Y los hombres de Nínive le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y se vistieron de luto desde el mayor hasta el menor de ellos en señal de arrepentimiento.
Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza. Luego, mandó que se pregonara en Nínive: 'Por decreto del rey y de su corte: Ninguna persona o animal probará alimento alguno. Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos. ¡Quién sabe! Tal vez se arrepienta Dios y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos.
Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se había convertido de su mal camino, se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo"
.

Otra vez, la voluntad de Dios era destruir Nínive. Sin embargo, por la oración de los ninivitas, no lo hace. Acá cabe aclarar que la esencia de la oración es el reconocimiento humano de la soberanía y supremacía de Dios, es decir, que el hombre no puede por sí mismo y necesita de alguien superior a él.

Hay una frase que llama muchísimo mi atención en este pasaje: "Tal vez se arrepienta Dios". Parece casi una herejía eso. ¿Cómo puede Dios arrepentirse? La Nueva Versión Internacional traduce "arrepentirse" como "cambiar de parecer". Creo que ahí está la clave. No es esta la única oportunidad en que se afirma que Dios puede "cambiar de parecer", veamos algunas más:

Jeremías 26:1-3:
"Al comienzo del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino a Jeremías esta palabra del Señor Jehová: 'Así dice el Señor: Párate en el atrio de la casa del Señor, y di todas las palabras que yo te ordene a todas las ciudades de Judá que vienen para adorar en la casa del Señor. Tal vez te hagan caso y se conviertan de su mal camino. Si lo hacen, me arrepentiré del mal que pensaba hacerles por causa de la maldad de sus obras".

Joel 2:12-14:
"'Ahora bien -dice el Señor-, vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos'. Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios, porque Él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga. Tal vez Dios reconsidere y se arrepienta/cambie de parecer, y deje tras de sí una bendición".

En Génesis capítulo 18 tenemos otro ejemplo de cómo Dios cambia su voluntad por la petición de un hombre:
Entonces el Señor le dijo a Abraham: 'El clamor contra Sodoma y Gomorra resulta ya insoportable, y su pecado se ha agravado en extremo. Por eso descenderé ahora, a ver si realmente sus acciones son tan malas como el clamor contra ellas me lo indica; y si no, he de saberlo.
Entonces se acercó Abraham al Señor y le dijo: '¿De veras vas a exterminar al justo junto con el malvado? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿exterminarás a todos, y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que ahí hay? ¡Lejos de ti el hacer tal cosa! ¿matar al justo junto con el malvado, y que ambos sean tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?
El Señor le respondió: 'Si encuentro cincuenta justos en Sodoma, por ellos perdonaré a toda la ciudad.
Abraham le dijo: 'Reconozco que he sido muy atrevido al dirigirme a mi Señor, yo, que apenas soy polvo y ceniza. Pero tal vez falten cinco justos para completar los cincuenta. ¿Destruirás a toda la ciudad si faltan esos cinco? 'Si encuentro cuarenta y cinco justos, no la destruiré', dijo el Señor.
Pero Abraham insistió: 'Tal vez se encuentren sólo cuarenta'. Y el Señor respondió: 'Por esos cuarenta justos no destruiré la ciudad'.
Abraham volvió a insistir: 'No se enoje mi Señor, pero permítame seguir hablando. Tal vez se encuentren sólo treinta'. Y el Señor respondió: 'No lo haré si encuentro allí a esos treinta'.
Abraham siguió insistiendo: 'Sé que he sido muy atrevido al hablarle a mi Señor, pero tal vez se encuentren sólo veinte'. 'Por esos veinte no la destruiré', respondió el Señor.
Abraham volvió a decir: 'No se enoje mi Señor, pero permítame hablar una vez más. Tal vez se encuentren sólo diez...
'Aún por esos diez no la destruiré', respondió el Señor por última vez"
.

Más allá del "chantajeo" de Abraham (de lo que se puede decir mucho), en el pasaje se ve claramente cómo Dios por amor va cediendo en el cumplimiento de su voluntad a la petición de su siervo, quien fue llamado "el amigo de Dios" (Santiago 2:23).

Un último ejemplo, Josué 10-12-14:
"El día en que el Señor entregó a los amorreos en mano de los israelitas, Josué le dijo al Señor en presencia de todo el pueblo: 'Sol, detente en Gabaón; luna, párate en el valle de Aýalón'. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que Israel se vengó de sus adversarios. Esto está escrito en el libro de Jaser. Y, en efecto, el sol se detuvo en medio del cielo y no se movió de allí por casi un día entero. Nunca antes ni después ha habido un día como aquel; fue el día en que el Señor obedeció la orden de un ser humano. ¡No cabe duda de que el Señor estaba peleando por Israel!".

A ver si esto queda claro: Génesis 1:3-5 relata el primer día de la creación. Allí Dios dice: "¡Que exista la luz! Y la luz llegó a existir. Dios consideró que la luz era buena y la separó de las tinieblas. A la luz llamó "día" y a las tinieblas, "noche". Y vino la noche, y llegó la mañana: ese fue el primer día". Desde el principio de los tiempos esto fue así, porque era la voluntad de Dios, "agradable/buena y perfecta", que así fuera. Sin embargo, por la petición de una persona, esto cambió por unas horas.

En la Biblia figuran unos cuantos ejemplos más, pero creo que ya es suficiente, la idea se entiende (perdón si se tornó medio molesta la ejemplificación, pero en un tema así creo que es necesario).

Ahora bien, es imprescindible aclarar en este punto que las cosas no siempre se dan de este modo. Dios sencillamente no hace lo que le pidamos simplemente porque se lo pidamos. Entendamos que por sobre todas las cosas, Dios es soberano. Él entiende por qué nos pasan las cosas que nos pasan, o nos dejan de pasar las que nos dejan de pasar. Debemos entender que "a aquellos que amamos a Dios, todas las cosas nos ayudan a bien" (Romanos 8:28).

Voy a darte un ejemplo sólo de esto, 2º Samuel 12:7-18:
"El Señor envió a Natán para que hablara con David. Entonces le dijo: 'Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del poder de Saúl. Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más. ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor, haciendo lo que me desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa!, ¡lo mataste con la espada de los amonitas! Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me menospreciaste al tomar la mujer de Urías el hitita para hacerla tu mujer. Yo haré que el desastre que mereces surja de tu propia familia, y ante tus propios ojos tomaré a tus mujeres y se las daré a otro, el cual se acostará con ellas en pleno día. Lo que tú hiciste en secreto, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel. Entonces dijo David a Natán: '¡He pecado contra el Señor!'. Y Natán contestó: 'El Señor ha perdonado ya tu pecado, y no morirás. Sin embargo, tu hijo sí morirá, pues con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos del Señor'.
Dicho esto, Natán volvió a su casa. Y el Señor hirió al hijo que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente. Entonces, David se pudo a rogar a Dios por él; ayunaba y pasaba las noches tirado en el suelo. Los ancianos de su corte iban a verlo y le rogaban que se levantara, pero él se resistía, y aún se negaba a comer con ellos. Sin embargo, siete días después el niño murió"
.

Por más duro que parezca, Dios es soberano, y tiene sus razones para todo lo que hace o permite (al margen, el Señor no le permitió a David tener el hijo que concibió en adulterio con Betsabé, pero sí uno que tuvo después, Salomón, quien fue el heredero del trono de Israel).







La Biblia nos manda a "orar sin cesar" (1º Tesalonicenses 5:17), a ser "constantes en la oración" (Romanos 12:11), "perseverando en ella" (Colosenses 4:2) para "evitar caer en tentación" (Lucas 22:46). Filipenses 4:6-7 dice: "No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús".

La oración es uno de los regalos más hermosos que Dios nos dio. Nos da la oportunidad de comunicarnos con Él, reconociendo nuestra necesidad de Él. Nos habilita a hablarle a nuestro Padre acerca de los deseos de nuestro corazón, sabiendo que "todo lo que pidamos en oración, creyendo, lo recibiremos" a su tiempo. Nos permite "depositar en Dios toda nuestra ansiedad, porque Él cuida de nosotros" (1º Pedro 5:7). Y lo mejor de todo es que en algunos casos -sólo en algunos casos- nos otorga el derecho de pedirle a Dios que cambie su voluntad, y Él en su misericordia lo hace.

Señor, gracias por tu infinito amor. Gracias por ser capaz de "cambiar de parecer" por nosotros. Gracias porque tu misericordia a veces incluye adaptarte a nuestras necesidades y peticiones. Gracias también porque no es así siempre: nuestra vida sería un desastre si nos dieras todo lo que te pedimos. Gloria a Tu nombre por ser soberano. Amén.

marzo 29, 2005

Lo que marca la diferencia

¡Gloria a Dios porque Jesucristo vive! ¡Bendito sea Su nombre porque la muerte no lo retuvo!

Tengo la intención de analizar los siguientes textos, espero no quedarme en el camino:

"En Betania, mientras Jesús estaba sentado a la mesa en la casa de Simón llamado el Leproso, llegó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy costoso, hecho de nardo puro. Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
Algunos de los presentes comentaban indignados: -¿Para qué este desperdicio de perfume? Podría haberse vendido por muchísimo dinero para darlo a los pobres. Y la reprendían con severidad.
-Déjenla en paz -dijo Jesús-. ¿Por qué la molestan? Ella ha hecho una obra hermosa conmigo. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, y podrán ayudarlos cuando quieran; pero a mí no me van a tener siempre. Ella hizo lo que pudo. Ungió mi cuerpo de antemano, preparándolo para la sepultura. Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo"
. (Marcos 14:3-9)

"Jesús se sentó frente al lugar donde se depositaban las ofrendas, y estuvo observando cómo la gente echaba sus monedas en las alcancías del templo. Muchos ricos echaban grandes cantidades. Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor. Entonces, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: 'Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. Estos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento'". (Marcos 12:41-44)

No puedo más que agradecer a estas mujeres por el ejemplo que representan. Las encuentro iguales en un punto: la entrega.

Examinemos a la primera:
Tenemos a Jesús comiendo en una casa cuando una mujer entra y lo unge con perfume. Después, la respuesta apresurada de los discípulos, que ni siquiera esperan a ver qué dice su maestro (debo aclarar que me parece natural, lógica, humana). Finalmente, el milagro.

¿Cuál es el milagro? La capacidad de Jesús de descubrir la esencia del acto y no quedarse con el hecho en sí. ¿Qué quiero decir (hoy las palabras sencillamente no me salen como me gustaría, perdón)? Los hombres vieron lo que tenían frente a sí, y sacaron sus conclusiones: "es una locura desperdiciar tanto perfume derramándolo como si sólo fuese agua, seguramente se le puede dar un mejor uso a ese dinero" (la parte de los pobres es sólo una excusa). ¿Qué vio Jesús? Que la mujer daba lo mejor de sí para honrar al Señor. Él dice: "Ella hizo lo que pudo". Esta expresión pondera la intención y no la acción en sí. Ahí está el milagro: Jesús examina nuestros corazones (nuestras intenciones) y no nuestros hechos, porque muchas veces fallamos.

Hay una expresión que me recuerda a otro pasaje: "rompió el frasco y derramó el perfume". El versículo es 2º Corintios 4:7: "Tenemos este tesoro (Cristo) en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros". Quizás esto suene tirado de los pelos (y tal vez lo sea) pero me parece una reflexión interesante. Si nosotros somos el frasco de alabastro (o la vasija de barro) que contiene el perfume (o tesoro), debemos "rompernos" para derramarlo (a Cristo). Creo que esto es lo que la mujer hizo, se derramó a sí misma por el Señor, y por eso Él la honró hasta nuestros días.

Examinemos a la segunda:
El pasaje claramente afirma que Jesús se estaba fijando, no en cuánto cada persona estaba ofrendando, sino en con qué actitud lo hacía ("observando cómo la gente..."). Y se encuentra con dos cosas: personas ricas que dan mucho de lo mucho que tienen (absolutamente mucho, pero relativamente poco) y una viuda que da poco de lo poco que tiene (absolutamente poco, pero relativamente mucho). ¿Por qué hace esta diferencia? Porque no le importaba en términos absolutos cuánto daba cada uno, sino en relativos, es decir, de acuerdo a las posibilidades de cada persona.

Seguramente, la mujer estaba orgullosa de dar lo "poco" que dio, porque era todo, y lo daba gustosamente. Quizás a la vista humana no era nada, pero a la de Dios significaba tanto... por eso también fue honrada.

Creo que ambas mujeres son comparables entre sí por su actitud, la de comprometerse, la de darse por completo.

Realmente me alegro y doy gracias a Dios por las reacciones que Jesús tuvo y porque hayan quedado registradas en la Biblia. Si Jesús les hubiera dado la razón a los discípulos que criticaban a la mujer del perfume o hubiera tenido en poco la actitud de la viuda que dio todo de sí, cuando en verdad era nada, habría abierto la puerta a la especulación. Entonces el hombre podría decir: "sé que tengo que darle a Dios lo mejor, pero no tengo que excederme, debo cuidarme a mí primero, debo pensar primero en mí". En Su sabiduría, no lo hizo, bendito sea Su nombre.

Las mujeres habían hecho suyas las palabras que el apóstol Pablo diría entre veinte y treinta años después: "Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gálatas 2:20). Habían entendido que comprometerse con Dios significa dejar de especular, confiar en Él, entregarse por completo, sin reparos. Significa, como dijo el domingo pasado el pastor Salvador Dellutri en mi iglesia, "responder al obstinado sacrificio de Cristo, con un más obstinado compromiso propio".

Espero que todos nosotros podamos tener este concepto tan en claro como ellas lo tuvieron.

Señor, quiero agradecerte porque en Tu sabiduría estos textos fueron incluidos en la Biblia. Gracias porque me hablan hoy. Instrúyeme en Tu conocimiento. Te necesito. Amén.

marzo 22, 2005

Sacrificio de alabanza

Quiero compartirte un texto que me impactó mucho. Te aclaro de antemano que va a ser un poco complicado, espero poder explicarlo bien. Sí te prometo que si logras seguirme, te encontrarás con una hermosa enseñanza al final. Es el versículo 15 del capítulo 13 de la epístola a los Hebreos.

“Ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre”.

Lo primero que aquí llama mi atención, es que el apóstol Pablo utiliza la primera persona del plural: dice "nosotros". En la mayoría de las recomendaciones/exhortaciones que él hace en sus cartas, usa la segunda persona: "ustedes" (o vosotros). Puedes corroborar esto en 1º Corintios 16:13-14, 2º Corintios 13:11, Filipenses 4:4-9, Colosenses 4:2-6, 1º Tesalonicenses 5:12-22 y Hebreos 13:1-9 y 16-17. Pablo nunca se incluye cuando da una recomendación al finalizar ninguna de sus cartas. ¿Por qué, entonces, lo hace en este punto? Porque era algo que a él mismo le costaba, algo con lo que él mismo luchaba.

Pero, ¿qué es esto de un sacrificio de alabanza (sólo aparece cuatro veces en la Biblia, una sólo en el nuevo testamento)? Ahí mismo hay una explicación: es "el fruto de los labios que confiesan el nombre de Dios". Quizás sigas sin comprender, a mí me pasa lo mismo con Pablo, es como si tuviera una manía en decir las cosas de manera complicada (2º Pedro 3:15b-16). Vamos de a poco.

Por "confesar el nombre de Dios", se entiende confesar a la persona de Dios, confesar su identidad. Pero, ¿qué es "confesar"?, te preguntarás. Según el diccionario, significa "manifestar (decir públicamente) los propios hechos, ideas o sentimientos". Entonces, "confesar a Dios" implica manifestar el concepto que tienes de Dios, qué significa para ti (ideas), qué relación tienes con Él (sentimientos), qué fue lo que hizo en tu vida (hechos).

¿Cuáles son, entonces, "los labios que confiesan el nombre de Dios"? Pues, simple, los que le otorgan el lugar que le corresponde, es decir, los que lo llaman "Señor" y "Dios".

Para esta altura, sólo tenemos en claro la mitad del versículo, la parte más sencilla. Nada de lo que analizamos hasta ahora nos trae luz acerca de por qué esto le costaba a Pablo.

Ya sabemos que sólo quienes creen en Él pueden ofrecerle un sacrificio de alabanza, pero seguimos sin saber qué es eso concretamente. Pablo dice que es "el fruto de los labios de los creyentes". El fruto de un árbol es lo que éste produce, el medio a través del cual se reproduce (una aclaración tonta: las semillas están dentro). La metáfora, entonces, implica que un sacrificio de alabanza es lo producido por los labios creyentes, con el fin de reproducirse.

¿En qué momento los creyentes producen un sacrificio de alabanza? Cuando dicen o hacen cosas (y aquí está la clave para entender la dificultad de Pablo) que provocarán la reproducción de "labios que confiesen el nombre de Dios". Concretamente, cuando leen la Biblia (siguiendo la metáfora de Pablo, sería regar el árbol), cuando oran (alimentarse de la luz del sol), cuando cantan (producir el fruto), cuando predican (reproducirse).

Sin embargo, hay un pequeño detalle que hace tremendamente difícil seguir el consejo de Pablo. Es exactamente el mismo que creo que le cuesta a él mismo. Lo encontrarás en el circunstancial de tiempo que él utiliza (por si te olvidaste del análisis sintáctico que te enseñaron en la escuela, es la segunda palabra: "constantemente").

Es imposible leer la Biblia, predicar, cantar u orar constantemente (ya sé que 1º Tesalonicenses 5:17 lo dice, ahora llego a esa parte). Sencillamente, porque además de todas esas cosas, debes vivir -con todo lo que ello implica-. ¿Por qué Pablo lo pide, entonces? Él sabe que no se puede.

Imagino que a esta altura no entenderás nada. Verás, la clave está en la palabra "alabanza". Normalmente, nosotros la vinculamos a la acción de cantar. Sin embargo, en la Biblia se nombran varias otras maneras de hacerlo (Esdras 3:11, Salmos 7:17, 149:3 y 150:3-5 y Nehemías 8:6), por lo que probablemente, haya otras más que simplemente no están mencionadas en ella. ¿Qué quiero decir con esto? Que la alabanza es una actitud, no una acción. Por esto mismo es que se puede realizar -o, mejor dicho, tener- "constantemente". Este es también el motivo por el cual Pablo habla de un "sacrificio constante", y no de muchos consecutivos.

Lo que el apóstol Pablo se pidió a sí mismo y a los hebreos, es lo mismo que Dios hoy te pide a ti: que a través de cada uno de tus actos pueda vislumbrarse su amor, soberanía, gracia y misericordia. No necesitas hablar para demostrar compasión, afecto o generosidad; por lo que tampoco necesitas expresarte para "confesar el nombre de Dios".

Te animo (y me exhorto a mí mismo, como Pablo lo hizo) a que vivas de tal manera que los demás puedan ver reflejado a Cristo en cada aspecto de tu vida, de modo que todo lo que hagas sea como " un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios" (Romanos 12:1).

Ah, casi me olvidaba, la parte de "por medio de Jesucristo" es porque sólo a través de Él podemos llegar al Padre (Juan 14:6).

Señor, gracias por tu Palabra. Te pido que me enseñes a vivir demostrándote en cada uno de mis actos. Te necesito para eso, no puedo solo. Gracias por usar al apóstol Pablo de esta manera. Gracias por su vida y ejemplo. Amén.