"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

abril 12, 2005

La racionalización de la fe

Este texto será más bien aclaratorio, explicativo quizás.
Me llegan varios mails pidiéndome consejo (como si estuviera de vuelta, que de verdad no lo estoy) acerca de cómo permanecer firme en la fe. "Escribe algo acerca de la fe", "me cuesta tener fe", "¿cómo hago para tener fe?", me dicen. Varias personas a las que les prediqué usaron el siguiente argumento para rechazar el mensaje de salvación: "yo quiero creer, pero sencillamente no tengo fe".

Contra todas estas afirmaciones, lamentos y preguntas, me dispongo a dar mi interpretación de lo que bíblicamente la fe significa.

Muchas veces se confunde la fe con la sensación, con el sentir. De tal manera, una persona cree en Dios en la medida en que lo siente cerca, por lo que cuando esto no se da así, inmediatamente piensa que algo anda mal. Déjame decirte que la fe no es la capacidad de percibir sobrenaturalmente a Dios, sino la de estar seguro de su existencia y presencia alrededor nuestro. Te lo repito: la fe no es la capacidad de percibir sobrenaturalmente a Dios, sino la de estar seguro de su existencia y presencia alrededor nuestro.

Veámoslo en términos bíblicos: La definición más conocida de fe que aparece en la Palabra de Dios es la de Hebreos 11:1:
“La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

¿Qué cosa son la "certeza" y la "convicción", sino dos actos íntegramente racionales? No hay experiencia empírica (práctica) en una seguridad, en una determinación, sólo hay una decisión que las fundamenta. Hagámoslo más sencillo: la fe es la decisión de creer en -y creerle a- Dios, independientemente de lo que se sienta al respecto.

Un pastor argentino -con quien tengo mis acuerdos y mis diferencias- dijo lo siguiente: "la fe consiste en ver lo que todavía no se ve, como si ya pudiese verse" (Bernardo Stamateas, "Cómo alcanzar tu máximo potencial").

¿Cuál es el problema de basar nuestra fe en nuestros sentimientos? Que estos fluctúan: a veces sentimos más, a veces menos. Nuestra fe no debe variar según nuestro estado de ánimo o nuestras circunstancias, por buenas o adversas que éstas sean (Efesios 4:13-14). En cambio, al basar nuestra fe en la determinación de seguir a Cristo (fundada en la dependencia a Dios), podemos crecer en el conocimiento de su nombre, porque entendemos que -más allá de las sensaciones o la falta de ellas- Él es. Dios nunca nos prometió sentir continuamente su presencia. Sí nos prometió, en cambio, acompañarnos todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20, Josué 1:9, etc.).

Hebreos 11:6 dice: “Sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe y que recompensa a quienes lo buscan”. Ahora, ¿cómo surge esta fe? “La fe viene del oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17).

Una vez que “vivimos por fe, y no por vista” (2º Corintios 5:7), podemos "mantenernos firmes” (2º Corintios 1:24), estando “en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). “El resultado de la fe es la salvación de nuestra alma” (1º Pedro 1:9), porque “mediante la fe en Cristo Jesús, llegamos a ser hijos de Dios” (Gálatas 3:26).

Examinemos un texto un poco complicado:
“Les ruego por la misericordia de Dios que presenten su cuerpo como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es su culto racional. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. (Romanos 12:1-2)

¿Cuál es la ofrenda que le agrada a Dios? El culto racional, es decir, aquello que nace en nuestro entendimiento, en nuestra mente. ¿Por qué es así? Porque sólo logramos encontrar y entender la voluntad de Dios cuando "renovamos nuestra mente". ¿Cómo se hace eso? Dejando de pensar como la sociedad piensa y comenzando a pensar como Él piensa (por ejemplo, la sociedad te dice que no vales nada, mientras que Dios te dice que eres un "tesoro especial" (Malaquías 3:17), que vale la sangre de Cristo).

“Despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe”. (Hebreos 12:1-2)

Si te gusta la literatura -como a mí me gusta- te agregaré una cita de Antoine de Saint-Exupery (el autor de "El principito") que dice prácticamente lo mismo: “Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella el viajero se deja absorber demasiado por los problemas del escalamiento se arriesga a olvidar cuál es la estrella que lo guía. Si se mueve sólo por moverse, no irá a ninguna parte”. La estrella que nos guía a los cristianos -para seguir la comparación- debe ser Cristo, por eso debemos "fijar nuestra mirada en Él", para no distraernos con nuestros problemas y circunstancias.

Gracias, Señor, por tu Palabra. Te pido que me ayudes a entender que estás acá, por más que a veces no parezca, por más que a veces lo dude. Tú me prometes estar, y eso es suficiente. Ayúdame a tener más fe, enfrentando mis dudas con tu Palabra y no con mis emociones o sensaciones. Gracias por llamarme un "tesoro especial". Amén.