"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

julio 13, 2005

Ser responsable

Siempre culpamos a otro por nuestros errores. Es más fácil. No es agradable responsabilizarse de los propios defectos, de los fracasos personales. Señalar a otro es más sencillo. No se siente bien la vergüenza, la decepción. Es más simple lavarse las manos, delegarle la carga a otro.

¿Por qué? Porque sí. Porque así somos, porque así fuimos siempre.

"Entonces Eva vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a Adán, su esposo, y también él comió. En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera.
Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo:
-¿Dónde estás?
El hombre contestó:
-Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí.
-¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? -le preguntó Dios-. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer?
Él respondió:
-La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.
Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer:
-¿Qué es lo que has hecho?
-La serpiente me engañó, y comí -contestó ella".
(Génesis 3:6-12)

"Yo no fui, fue ella, la mujer que Tú me diste". No fue Adán, fue Eva. No, no fue Eva, fue Dios. "Yo no fui, fue la serpiente". No, no fue Dios, definitivamente fue la serpiente. ¿Fue la serpiente? ¿O fue Adán? ¿o fue Eva?

Pareciera que desligar la responsabilidad a otro nos libera, pero ¿lo hace? ¿Por qué, entonces, Adán y Eva se escondieron? ¿Por qué, entonces, nosotros nos escodemos tras excusas?

Vengo encontrándome una y otra vez con las mismas excusas en muchos de los mails que me llegan (ya me pondré al día, de verdad que lo intento): "Dios me está probando", "el diablo me está tentando"*. Es como si éstas fueran justificaciones para pecar, para decir "no está tan mal, porque yo hago lo que puedo", "es más fuerte que yo, no es mi culpa". Sin embargo, el problema no pasa por lo externo, sino por dentro de cada uno.

"Jesús dijo: Escúchenme todos y entiendan esto: Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina. ¿No se dan cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla? Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y después va a dar a la letrina (con esto Jesús declaraba limpios todos los alimentos).
Luego añadió:
-Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona".
(Marcos 7:14-23)

Jesús utiliza la comida para explicar una realidad espiritual. El pecado no se encuentra en la prueba o en la tentación, sino en la decisión de pecar. En este sentido, no es Dios quien prueba al hombre, o el diablo quien lo tienta, sino que es el hombre quien cede, quien cae, quien accede. Es decir, la responsabilidad no está en Dios o en el diablo, sino en el hombre.

"Que nadie, al ser tentado, diga: 'Es Dios quien me tienta'. Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta Él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte". (Santiago 1:13-15)

¿Qué significa? Dios no busca que nadie peque (a diferencia del diablo), sino que cada uno es atraído a partir de sus propios malos deseos a hacer lo malo. Una vez que lo hace, aparece el pecado, que finalmente lleva a la muerte (espiritual). Es decir, el deseo de pecar surge desde el hombre mismo Él quiere hacerlo, él desea hacerlo. Sólo que no quiere ser responsable por ello. Entonces, aparece el "yo no fui, fue ella, o fuiste Tú, o fue la serpiente, pero yo no".

¿Qué quiero decirte? No culpes a otra persona, o a Dios, o al diablo, de tus errores, de tus fracasos, de tus omisiones. Hazte cargo de tus actos. Tú, y nadie más que tú, decides qué camino seguir. Si eres lo suficientemente maduro como para decidir, también lo eres para responsabilizarte por ello.

Señor, gracias por tu Palabra. Perdóname por 'evitar el bulto'. Ayúdame a elegir siempre lo mejor. Te necesito. En el nombre de Jesús, amén.

*Nota aclaratoria: "Tres actores pueden tomar la iniciativa de la prueba. Dios prueba al hombre para conocer el fondo de su corazón (Deuteronomio 8:2) y para dar la corona de la vida (Santiago 1:12). El hombre intenta también probarse que es ‘como Dios’, pero su tentativa es provocada por una seducción y viene a parar en la muerte (Génesis 3:1-24 y Romanos 7:11). Aquí la prueba se convierte en tentación, y en ella interviene un tercer personaje: el tentador. Así la prueba está ordenada a la vida (Génesis 2:17 y Santiago 1:1-12), mientras que la tentación ‘engendra la muerte’; la prueba es un don de gracia, mientras que la tentación es una invitación al pecado". (Jean Corbon, Vocabulario de teología bíblica, Ed. Herder).