"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

agosto 09, 2005

Tiende tu cama

El texto de hoy será breve, pero trataré de que sea consistente también.

El libro de Hechos de los Apóstoles, capítulo 9, versículos del 32 al 35, dice:
"Pedro, que estaba recorriendo toda la región, fue también a visitar a los santos que vivían en Lida. Allí encontró a un paralítico llamado Eneas, que llevaba ocho años en cama. 'Eneas -le dijo Pedro-, Jesucristo te sana. Levántate y tiende tu cama'. Y al instante se levantó. Todos los que vivían en Lida y en Sarón lo vieron, y se convirtieron al Señor".

Me llaman la atención las palabras de Pedro al sanar a Eneas. "Tiende tu cama", le dice. ¿Qué significa esto? ¿para qué iba a tender una cama que ya no necesitaría?

Se me ocurren un par de cosas, quizás a ti se te ocurran algunas más inteligentes (te invito a compartirlas en los comentarios): Si Eneas se levantara y comenzara a caminar por la ciudad, probablemente algunos lo reconocerían, pero seguramente no todos, sino que simplemente creerían que es un extranjero de paso; no asociarían a esa persona con la que estaba hace ocho años en cama. Sin embargo, si lo vieran tendiendo su cama, ¿quién lo dudaría? ¿Te imaginas a Eneas en la puerta de su casa, sacudiendo las sábanas, llendo a buscar agua al pozo para lavarlas (sé que las mujeres y los esclavos eran quienes hacían estas cosas, pero la realidad concreta no quita la verdad espiritual detrás de ella)? ¿Puedes ver la cara de asombro de sus vecinos? Dice la Palabra: "Todos los que vivían en Lida y en Sarón lo vieron, y se convirtieron al Señor". Todos.

Otra idea que se me ocurre es que arreglar su cama puede simbolizar su testimonio. Con ese acto Eneas estaba diciendo: "Gracias a Cristo, ya no necesito que nadie haga esto por mí, Él me dio la libertad para hacerlo por mí mismo, es gracias a Él que ya no ocupo ese lugar". Con ese acto, él estaba otorgándole a Dios precisamente el lugar que le corresponde: el de Dios y Señor, el de aquel que tiene el poder para transformar vidas.

Ese es precisamente el sentido más profundo que le encuentro al pasaje: Cuando Dios entra a tu vida, la revoluciona. Él no pretende que todo siga igual. Él sencillamente no ocupará un lugar confortable y dejará lo demás librado al azar. El Dios que creó el universo es un Dios infinito, no uno que puede ubicarse en la mesita de luz y manejarse a discreción. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2º Corintios 5:17). Dios busca transformar tu vida (a través de la acción del Espíritu) cada vez más a su semejanza (2º Corintios 3:18). No puedes recibir al Espíritu Santo y seguir viviendo como cuando no lo tenías. Su sola presencia te instará a cambiar, a mejorarte, superarte, a entregarte más a Dios.

"Tiende tu cama", en este sentido, significa "ordena tu vida". Tu pasado no puede y no debe condicionar tu presente o futuro. Si estás dispuesto, Dios marcará un quiebre en tu vida, un punto desde el cual nada será igual. El proceso es difícil, largo y dura toda la vida. Hay momentos complicados y hay otros placenteros. Lo importante es fijar los ojos en Cristo y seguir hacia la meta, como decía el apóstol Pablo (Filipenses 3:12-14). Tienes la promesa de que no estarás solo en el camino, sino que Él siempre estará a tu lado, a tu alrededor, dentro tuyo (Mateo 28:20).

No vivas tu vida como si Él no existiera. Cristo pagó caro por ella.

No seas esclavo de tu vida pasada. Cristo te libró de ella.

No vivas en Él una vida sin Él. Sólo encontrarás frustración y desgano.

No vivas para ti, sino para Él, y Cristo se hará una realidad tangible en tu vida.

Vive, entonces, de tal forma que tu vida sea un factor de cambio en la vida de los que te rodean, de tal forma que el accionar de Cristo se evidencie en tu vivir.

Señor, gracias por tu Palabra. Gracias porque siempre me hablas. No necesitas mucho, apenas unas palabras, y puedes transformar vidas. Gracias por transformar la mía. En nombre de tu hijo Jesús, amén.