"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

septiembre 15, 2005

¿Por qué crees lo que crees?

Esta semana ha sido un tanto complicada, por eso el retraso y la brevedad de este escrito.

Hace unos dos meses, un amigo me preguntó por qué creo en Dios, cuál es el fundamento, el objetivo de mi fe. En su momento, le respondí: "la salvación, la vida eterna, es lo que me motiva". Para ello me basé en 1º Pedro capítulo 1, versículo 9: "la meta de su fe es su salvación".

Sin embargo, luego me di cuenta de que no es por ese motivo que creo. Aunque Dios no hubiera prometido una vida eterna junto a Él, sino solamente la posibilidad de acercarse a Él en esta vida, igual creería. No es que no quiera la salvación, sería estúpido no hacerlo (además de mentira). Lo que digo es que no eso lo que motiva mi fe. El impulso que me lleva a creer es simplemente que es cierto, que es verdad. Una verdad que hace libre. No puedo más que aceptar la verdad, abrazarla, difundirla, luchar por ella. Dios me ama, Jesús murió por mí, yo puedo así llegar a Él. Es verdad y no puedo negar la verdad, no puedo ocultarla, no puedo no creerla. Dios me creó y no soy nada sin Él. Esto es lo que fundamenta mi fe.

Como lo dijo Dietrich Bonhoëfer, un alemán antinazista cristiano que fue ejecutado en 1945: "No se trata de hacer y arriesgarse por cualquier cosa, sino por aquello que es correcto. No se trata de flotar en el ámbito de lo posible, sino de asumir lo real con valor, la libertad no es fugarse hacia las ideas, sólo existe en la acción.
Sal de tus titubeos miedosos a la tormenta del acontecimiento, únicamente sostenido por el mandamiento de Dios y tu fe, y la libertad habrá de recibir tu espíritu dando gritos de júbilo".

Debes encontrar dentro de ti algo que responda esta pregunta: ¿por qué crees en Dios?

"Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con gentileza y respeto, manteniendo la conciencia limpia" (1º Pedro 3:15-16)

Señor, gracias por tu Palabra. Gracias por el regalo de la salvación en Cristo. Ayúdame a entender que el acto de seguirte debe estar fundamentado en una decisión racional que pueda dar razones de sí misma. Ayúdame a encontrar en Ti esas razones. En el nombre de Jesús, amén.